En la trama corrupta del sanchismo -no todos los sanchistas son corruptos, que conste en acta- el disco duro es arma tan peligrosa como es la pistola para otro tipo de delincuentes.
Sirve para amenazar, chantajear y también para protegerse; con un buen pendrive convenientemente utilizado, se consigue que aflojen la cartera quienes se negaban a pagar un solo euro, o que personajes que pasaban por honrados ceden ante quienes les enseñan un disco duro y lo que contiene. El supuestamente honrado, en lugar de acudir a la policía, como debería, paga al chantajista con dinero contante y sonante o aceptando sus exigencias. Incluidas las políticas y empresariales.
Los sanchistas, con Pedro Sánchez a la cabeza, debieron adivinar lo que se les venía encima cuando se publicó que los guardias civiles que, como policía judicial, registraron la vivienda de Koldo hace unas semanas, sobre una mesa vieron un pen drive que estaba diciendo "cogedme". Efectivamente contenía información que ha sido toda una bomba contra la línea de flotación del gobierno y del actual PSOE. Días atrás, al registrar la UCO la vivienda de Ábalos en Valencia, el exministro indicó a una joven que le acompañaba que por favor sacara al perro a la calle. Los guardias civiles le pidieron antes de que saliera que mostrara los bolsillos … y allí ocultaba un pen drive que, por la urgencia con la que Ábalos intentó desprenderse de él, deberá ser protegido por los investigadores como oro en paño.
En la sesión de control al gobierno del Congreso este miércoles, se produjo un debate duro, cruel incluso, en el que un Sánchez prepotente intentó defenderse atacando al PP con tanta fuerza como él mismo había sido atacado. Con desventaja: Feijóo, Gamarra y Tellado fueron brutales, demoledores, contra el PSOE de Pedro Sánchez y sus principales dirigentes; Sánchez, Montero y Bolaños mencionaban en su ácida respuesta casos del PP de antaño, juzgados y en algunos casos con condenas que se han cumplido o se están cumpliendo. En el sanchismo, además, a la corrupción de dinero, delictiva, se suma una corrupción moral insoportable, más bochornosa que la delictiva. Con un ingrediente que, se nota, pone a Pedro Sánchez de los nervios. Está fuera de sí. No sabe qué terreno pisa, no sabe qué titular le aguarda al día siguiente, incluso en medios de comunicación que le han sido leales hasta perder el prestigio. Lo último, que Cerdán, su amigo Cerdán, su querido Cerdán, a quien confió la responsabilidad diaria del partido para sustituir a Ábalos, era medio propietario de una empresa con la que el gobierno de Navarra fue especialmente generoso.
Hablando de Ábalos, se le ha expulsado del partido ahora, año y medio después de abrirle expediente por el caso Koldo. Con noticias, durante todo ese tiempo, que han provocado bochorno y vergüenza generalizada, como confesaban dirigentes socialistas y, en los últimos días, admitía el propio Sánchez. ¿Y aún es capaz el presidente de presumir de tolerancia cero y tomar medidas inmediatas ante cualquier indicio de corrupción?